
El cambio de una empresa por otra en el sector público siempre suele generar contratiempos. Porque la saliente quizás se relajó en los últimos coletazos de la adjudicación, consciente de que se terminaba el contrato y la entrada de dinero. Y porque la entrante se encuentra con un despliegue del que jamás formó parte. Eso es lo que ha pasado con el mantenimiento de las casi 250 escaleras mecánicas y ascensores de las cerca de 130 estaciones de Rodalies, que el 1 de febrero pasó de Schindler a TKE Elevadores España, la antigua Thyssenkrupp Elevator. La nueva compañía se encontró con más de medio centenar de estructuras averiadas. La cosa, sin embargo, ha ido a peor: un mes y medio después son un centenar. No es que se haya producido una caída en cadena del sistema. Lo que sucede es que el nuevo adjudicatario, alegando motivos de seguridad, ha decidido parar todas aquellas escaleras mecánicas o aquellos elevadores que considera que no están en buenas condiciones.
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